La Madre Marta de Jesús, en el siglo Marta Carrillo Aguilera, nace en la cordobesa localidad de Priego el lunes 22 de enero de 1590, hija de García de Navas Carrillo y de María de Aguilera, nobles descendientes de los caballeros que junto con el Rey Fernando III El Santo entraron en la ciudad califal de Córdoba en 1226, conquistando la plaza para la cristiandad. Fue bautizada el martes 23 de enero de 1590 por el Venerable Cañasveras. Se desconoce quién fueron sus padrinos y las vivencias de los primeros años de vida.
Marta Carrillo Aguilera, desde muy corta edad, era muy devota de la Santísima Virgen y de las Ánimas Benditas del Purgatorio. Cuentan los pocos relatos de su niñez que tenía por costumbre rezar todos los días el rosario a las Ánimas del Purgatorio y un día no encontrando el rosario se afligió por no poder realizar este piadoso acto y quedó dormida y soñó que por la chimenea de la habitación donde estaba le arrojaban una cosa. El mismo ruido la despertó y dijo a la persona que la acompañaba: "Inés, mira si aquello que ha caído por la chimenea es mi rosario, fue la referida Inés y halló el rosario."
Otro hecho ocurrido a la edad de 8 ó 9 años, fue el dolor del costado que preocupó a su madre, quien se encomendó a San Francisco de Asís para que librara a Marta de cualquier mal, como así ocurrió.
A la edad de doce años, Marta Carrillo Aguilera contrae matrimonio con Antonio Montero de Espinosa en la localidad de Santa Fe, cerca de Priego y a dos leguas de Granada. De esta unión nacieron 13 hijos, de los que sobrevivieron tres, Antonio, María y Nicolás Montero de Espinosa y Carrillo.
Otro hecho que relata las virtudes de Marta Carrillo Aguilera, es la aparición de San Francisco de Asís. Mientras criaba a sus tres hijos, la gran devoción al Pobre de Asís, heredada de su madre, le lleva a leer la Regla de la Tercera Orden Franciscana, aunque no comenta su deseo de tomar el hábito de la Tercera Orden por miedo a su esposo, quien había comentado en numerosas ocasiones que "una mujer que criaba, no debía andar con Reglas que le contradijese en nada a su estado, que, en queriendo Dios, lo sería"... Poco después, ocurrió el hecho de San Francisco. Terminadas las labores propias de una madre, se retiró a su habitación y estando en la cama quedó dormida y, acto seguido, la despertaron y vio que era el Seráfico Padre San Francisco de Asís, quien con voz grave y serena le dijo: "¿cómo no tomas el hábito de mi tercera orden?, ¿no quieres tomarlo?, a lo que respondió Marta, yo si quiero, Padre mío, si quiero...volvió el Santo las espaldas y ella quedó llorando".
Al fallecer su marido y sin obligaciones para con sus hijos, Marta Carrillo Aguilera toma el hábito de la Tercera Orden Franciscana y comienza la obra que Dios tenía reservada para ella. Funda en Granada el Sanatorio de convalecientes del Hospital Real y un Beaterio para doncellas huérfanas. En torno a 1640 llega a Cabra del Santo Cristo, en la provincia de Jaén, poco después de la llegada a la localidad del lienzo del Santo Cristo de Burgos. Con tal motivo acudían al municipio miles de peregrinos procedentes de toda Andalucía, algunos de ellos, en lamentables condiciones. Este hecho lleva a la Madre Marta de Jesús a fundar un Hospital para transeúntes que, con el nombre de Hospital de la Misericordia atiende a los maltrechos hasta principios del siglo XIX. A parte del Hospital, pone en funcionamiento una Escuela de Primeras Letras, como se decía en la época, donde se forman generaciones de hijos de Cabra del Santo Cristo.
Tras la fundación del Hospital de Cabras del Santo Cristo, vendrían varios más, todos con el objetivo común de atender a los pobres, sobre todo las mujeres enfermas y abandonadas. Su última fundación fue el Hospital del Santo Cristo Varón de Dolores en la sevillana plaza del Pozo Santo, junto a la Madre Beatriz Jerónima de la Concepción en 1666. T
Tres años después de la fundación, la Madre Marta de Jesús Carrillo Aguilera, en algunos ambientes conocida como "mamarta", fallece el 24 de julio de 1669.
El relato del fallecimiento de la Madre Marta de Jesús Carrillo Aguilera, quedó como sigue: "fue el miércoles a las doce y media de la noche, veinte y cuatro del dicho mes de julio, habiendo recibido los Santos Sacramentos con suma devoción y suspensión de sus sentidos, y quedando tan, usuales sus manos y brazos cuanto fueron y estuvieron imposibilitados en vida, pues tullida de ellos tres años y medio, nunca comió con sus manos. Más no me admiro, si la de Dios fuera que acabó a su Sierva en esta muerte; pues no había amanecido cuando comenzó la gente a tumultuar a la puerta, pidiéndoles dejasen ver la Santa sin saber quien divulgase su muerte, continuándose de forma el gentío cuanto no se decible, pues no se exceptúa el verla y visitarla, ni la señora por grande, ni la recogida por retirada, el señor, el título, el caballero, el rico, el pobre, el grande, el chico, religioso y seglares, que entrando a verla se postraron con temura devoción, besando sus pies, tratándola, y venerándola por Santa, no saliesen aclamándola por tal, y encomendándose a ella. Volvían una y muchas veces a verla y venerarla, no pudiendo apartarse sin mucho sentimiento de que el mucho gentío de todos estados no fuese causa de apartarse de su visita; y como el enterrarla era forzoso, se hacía fuerza el dejarla por enturbiarse los ojos con lágrimas de no verla. Dilatóse su entierro, por dar consuelo a tanto pueblo hasta el viernes a mediodía, que asistió a él toda la nobleza sevillana, le dió el último adiós con esta acción de las más populosas y de concurso que en Sevilla se ha visto; pues al entrar el entierro en la Parroquia de San Andrés, no se podía pasar, que aún habiéndose divertido la gente por las calles y ventanas aquí fue tal el concurso, que sobre los altares y asidos a las rejas de la Capilla, esperaban para verla...
Quedó sepultada en un hueco, que en la antigüedad de la Iglesia dispuso Dios para esta reliquia y a la pobre Marta quiso Dios hacerla tan rica en este mundo, que en él quiso Dios, que siendo su Esposa en vida, en su muerte fuese tratada con tanta grandeza, como la devoción movió a una Señora, su afecta, para todo el gasto que a no haberse preferido a hacerlo, habían muchos que pedían con muchas súplicas les dejasen tener parte en este gasto, ya que no fuese en todo."
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